Llegué rápidamente a la enfermería a través del punto de acceso del alcantarillado. Allí había mucho gente y me miraron aterrorizados. Un par de soldados empezaron a dispararme con pistolas de bajo calibre, eso no me hizo nada. Un medico que había en el lugar intentó tranquilizarme acercando su mano a mi cara, para así mostrarme que no quería hacerme daño. Su sorpresa fue que se la arranqué de un mordisco. Empezó a gritar y yo me reí, escupí la mano después de haberla masticado un poco. Le pegué una patada y lo mandé contra una mesa. Me acerqué a los soldados que no cesaban de dispararme y a uno le clavé las garras en el pecho matándolo y a otro lo asfixie poniendo las cadenas de mis brazos alrededor de su cuello. De repente una bala me alcanzó el brazo y me giré enfurecido mirando a aquel soldado. Solté al que sostenía entre las manos y me quede quieto, pensando en un mejor sitio para pelear que ese